El padre de Sofía está embarcado en una tarea de cierta dificultad para una persona completamente ajena al mundo de los dinosaurios: tiene que encontrar uno de ellos en particular. 

Los amantes de los  dinosaurios saben que hay muchos tipos diferentes, que vivieron en distintos períodos geológicos y que no todos los seres antiguos o extintos son dinosaurios. Dicho así parece obvio  pero, si no se tiene la suficiente información, algo tan sencillo como buscar el regalo de cumpleaños de una niña (tal vez futura paleontóloga) puede ser un desafío. Incluso puede confundirse un Dimetrodon con un dinosaurio cuando solo tienen en común un parecido razonable.

Dimetrodon era un sinápsido primitivo, pues sus fósiles proceden de principios del Pérmico (Era Paleozoica) y, si bien por su apariencia recuerda a los reptiles, lo cierto es que estaba mucho más emparentado con los componentes de nuestro grupo, el de los mamíferos.

Los sinápsidos se caracterizan por un cráneo que, además de los orificios para los ojos y las fosas nasales, tiene otros dos agujeros más —uno a cada lado del cráneo— situados por detrás de las órbitas de los ojos. Por el contrario, todos los dinosaurios pertenecen a un grupo totalmente distinto, el de los diápsidos, cuyo cráneo tiene dos agujeros detrás de cada ojo (cuatro en total).

Dimetrodon se clasifica como un sinápsido  pelicosaurio.  Aunque su característica más espectacular es la gran vela que tenía en su parte dorsal, el origen de su nombre –“dientes de dos medidas”– se inspiró en las diferentes longitudes y grosores (unos anchos y otros angostos) de sus piezas dentales.

Este “falso dinosaurio” vivió hace unos 290 millones de años, decenas de millones de años antes de la aparición del primer dinosaurio en el registro fósil.

 

 

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