La momificación era parte crucial en los ritos funerarios del antiguo Egipto, pero también es una técnica muy utilizada cuando queremos extraer y transportar fósiles de dinosaurios de un modo seguro.
Cuando los fósiles son de dimensiones considerables se suelen “momificar”. Lo primero que hacemos es cubrir el fósil (y parte del sedimento que lo contiene) con gasas o papel higiénico, a veces empapados en escayola muy diluida. Luego cubrimos estas capas protectoras con abundante escayola; así evitamos que el fósil se fracture al trasladarlo al laboratorio.
En el caso de Turiasaurus riodevensis se necesitaron muchos sacos de escayola, una grúa y un camión para poder trasladar algunos fósiles de huesos al laboratorio. Para rescatar los huesos más grandes, incluso hubo que construir un armazón metálico.