Hace más de 50 años se encontró un fósil incompleto de mosca en rocas del periodo Jurásico de Kazajistán. Por sus peculiares características se clasificó en una familia nueva denominada Archizelmiridae. Ahora se sabe que esta familia está relacionada con las moscas esciáridas, o “moscas del mantillo”, muy abundantes en la actualidad. Hubo que esperar hasta el año 2003 para que aparecieran más fósiles, en esa ocasión conservados en ámbar (resina fósil). Entre los ejemplares nuevos se describió un nuevo tipo, Burmazelmira aristica, en ámbar del periodo Cretácico de la República de la Unión de Myanmar, antigua Birmania. La característica más curiosa de la nueva mosca era el aspecto de sus antenas, con la base en forma de copa invertida y el extremo en forma alargada, por lo que eran bastante distintas a las de los demás integrantes de la familia (que tenían antenas con segmentos más o menos cilíndricos).
Hasta ahora sólo se conocían 5 especies de esta rara familia extinta del Jurásico-Cretácico, a las que se ahora añade una nueva especie encontrada en el ámbar de San Just (Utrillas, Teruel). Se ha publicado en la revista científica internacional Cretaceous Research por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, del National Museums Scotland en Edimburgo y del Museo Geominero (IGME). Se trata de dos ejemplares completos de menos de dos milímetros de longitud que están muy bien conservados y tienen una antigüedad de 105 millones de años y, precisamente, son del extraño género Burmazelmira.
Según indica el Dr. Antonio Arillo, uno de los tres coautores de la publicación científica: “Las antenas de la nueva mosca muestran una interesante fase intermedia en la evolución del grupo, pues la copa basal ya se ha formado y el extremo es alargado, pero entre medias aun están presentes algunos segmentos cilíndricos”. Se trata, por tanto, de un interesante ejemplo de evolución intermedia entre una antena primitiva y otra más moderna.
Uno de los ejemplares muestra un ácaro parásito adherido por sus piezas bucales a una de las patas. “Contactaron con una emisión de resina cuando la mosca estaba volando, por lo que se puede decir que el ácaro quedó conservado in fraganti alimentándose, en un raro ejemplo del registro fósil”, indica el Dr. Enrique Peñalver, otro de los coautores. La conservación en el ámbar de San Just es tan excepcional que incluso los músculos de esa pata de la mosca se pueden observar por transparencia al microscopio.
Burmazelmira grimaldii, así denominada, aumenta la larga lista de nuevas especies que se han descrito a partir del abundante ámbar del Cretácico de San Just. Esta investigación es fruto de un proyecto financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y, parcialmente, por el Gobierno de Aragón y Caja Rural de Teruel. La Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis y el Ayuntamiento de Utrillas colaboraron activamente durante la campaña de excavación que proporcionó estos y otros ejemplares.
La nueva mosca Burmazelmira grimaldii con un ácaro parásito adherido a una de las patas. La longitud de la mosca es menor de 2 mm. Foto: E. Peñalver (Museo Geominero, IGME).